No hay año que no me llame un periodista interesándose por cómo afecta la Navidad a la salud mental de las personas. Suelo decirles que no es para alarmarse, aunque es cierto que por estas fechas los psiquiatras vemos en consulta a muchas personas que padecen una especie de 'síndrome depre-navidad'. Y cada año se publican estudios y noticias, más o menos rigurosos, que lo describen y avalan.
El malestar suele empezar semanas antes, cuando la proximidad de las obligadas fiestas felices les produce ansiedad anticipatoria: Que si no sé qué preparar para la cena, que si qué regalar y a quién no, que si recibir a familiares no muy queridos o decididamente enfrentados, que si tener que desplazarse a lugares que traen malos recuerdos, o los propios recuerdos de los seres perdidos, o la ausencia de familiares alejados...
En fin, que todo son miedos y congojas anticipatorios. Y luego la misma llegada de las fiestas les confirma la angustia, la tristeza, la melancolía, la pesadumbre, o reactiva viejos conflictos. Y por si fuera poco, a casi nadie casi nunca le ha tocado la lotería balsámica.
Pero este año ha sido especialmente malo. A las 'depre-navidades' de tantas personas ansiosas, solitarias, enviudadas, enfadadas, pobres, aisladas, tristes... se les ha sumado la legión de los 'crisificados', los asolados por la crisis, rodeados de miedos, pobrezas, penurias, paro y telediarios acongojantes. Así que este año, más que nunca, las Navidades de un psiquiatra han sido 'Navidumbres', en consonancia con otras emociones negativas, como pesadumbre, incertidumbre o soledumbre. Y no crean que no siento tener que mostrarme tan pesimista, pero es lo que hay.
Ahora bien, ¿podemos hacer algo?, ¿podemos prevenir o ayudar algo a alguien? Personalmente creo que sí.
Lo primero es no dejarse confundir por la intensidad de las emociones y sentimientos intensos propios de estas fechas, e interpretar como enfermedades lo que sólo son malestares pasajeros.
Lo segundo es detectar y ayudar a las personas más vulnerables, ya sea por sus propios antecedentes patológicos, ya por sus especiales condiciones de vida. Por ejemplo, las personas con antecedentes depresivos o ansiosos pueden recaer en estas fechas. Asimismo, las personas solitarias y sin apoyos subjetivos ni objetivos, las que han enviudado o perdido a algún ser querido recientemente, las que afrontan enfermedades graves propias o de algún ser querido... pueden requerir una atención especial.
A tal efecto solemos programar consultas especiales, para prever y prevenir las crisis o recaídas, o intervenir de forma rápida y efectiva en los casos más vulnerables. Suele bastar con el simple apoyo empático, o con algunas recomendaciones cognitivas sencillas, o pequeños ajustes farmacológicos, para evitar las complicaciones. Asimismo, solemos programar visitas especiales para las personas con antecedentes de abuso de sustancias, sobre todo alcohol. Un simple apoyo asertivo suele ser suficiente para reafirmar sus convicciones y actitudes saludables.
No obstante, siempre hay casos que van mal, y en los cuales hay que intervenís pasadas las fiestas. Pero en general la situación y sus consecuencias nunca son tan graves como se pintan en muchos medios. Aunque este año no sabe uno que pensar, pues como dije, nunca antes las navidades vistas por un psiquiatra han sido tan negras 'navidumbres'. Pero, en fin, habrá que afrontarlas con serenidad y comedido optimismo, puesto que al fin y al cabo peor, lo que se dice peor, difícilmente puede ponerse las cosas.
Titular
NavidumbresJesús J. de la Gándara, psiquiatra y jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos.
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