El inventor de los ositos de gominola puede presumir de haber endulzado la vida de millones de personas. Pero ahora también puede hacerlo de haber puesto su granito de arena en el progreso del avance científico, ya que cantidades ingentes de esta golosina han sido utilizadas en un interesante experimento submarino.
El experimento ha tenido lugar en aguas de Samoa, en el Pacífico sur, y trataba de comprobar los efectos de la presión sobre un montón de objetos cotidianos. Entre ellos, teléfonos móviles o latas de refrescos. Todo esto filmado por una cámara… que no resistió esa misma presión y cuyas lentes se quebraron. Un fallo lo tiene cualquiera.
El objeto final del estudio es averiguar más sobre las enormes corrientes submarinas y las gigantescas olas que recorren el fondo marino, que pueden llegar a alcanzar la altura de un rascacielos, y cuya fuerza es capaz de enviar submarinos a profundidades que estos eran incapaces de soportar…. O de mandarlos de vuelta a la superficie.
Estas olas transportan unas enormes cantidades de calor, que pueden influenciar en gran manera en los ecosistemas locales. Y Samoa ha sido elegida por una razón: la corriente situada en esa zona es una de las más potentes del mundo, desplazando seis millones de toneladas de agua por segundo a través de un pasaje muy pequeño. El resultado: una zona turbulenta que genera una enorme cantidad de estas olas.
Como os decíamos, como parte de estas pruebas se está comprobando la resistencia de materiales ordinarios y su comportamiento al descender a semejantes profundidades. Los objetos se sumergen hasta una profundidad de 5.500 metros, donde la presión es 500 veces las de su superficie. Todo el proceso es registrado, como ya comentábamos, por una cámara, y nos prometen que, una vez concluido el experimento, subirán los vídeos a youtube.
De hecho el grupo incluso admitió peticiones de los internautas antes de partir. La expedición, patrocinada por la National Science Foundation americana, recogió algunas sugerencias sobre posibles objetos cuyo destino sería terminar aplastado por la presión oceánica. Seguro que más de uno sugirió un despertador.
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