Un equipo de investigadores japoneses asegura estar en condiciones de llevar a cabo un experimento científico sin precedentes: el nacimiento en laboratorio de un mamut lanudo, el primer ejemplar vivo de una especie que desapareció de la faz de la Tierra hace cerca de 10.000 años. Si todo marcha según lo previsto, el primer mamut de la era moderna podría ser una realidad en un plazo de cinco o seis años.
Están a punto de hacerlo. Y están convencidos de que, esta vez, tendrán éxito en su intento de “resucitar” una especie extinguida hace ya miles de años. Un paso crucial se ha dado ya: fue el pasado verano, cuando los investigadores consiguieron extraer ADN viable del tejido de un mamut congelado en los hielos perpetuos de Siberia y conservado en un laboratorio ruso especializado en los restos de este antiguo pariente de los elefantes.
“Los preparativos para llevar a cabo este objetivo ya se han realizado”, afirma Akira Iritani, profesor emérito de la Universidad de Kyoto y director de las investigaciones.
Según los planes del científico, los núcleos de varias células obtenidas del mamut congelado se insertarán en óvulos de elefante (previa extracción de sus núcleos originales), para crear un embrión que contenga los genes del gigante desaparecido. Después, el embrión se implantará en el útero de una elefanta y, si todo marcha según lo previsto, la naturaleza hará el resto y nacerá el primer mamut que vive en la Tierra desde los lejanos tiempos de su extinción.
El camino para llegar hasta aquí ha sido largo y tortuoso, y a pesar de que la idea de la sustitución nuclear no es nueva, lo cierto es que hasta ahora no había sido posible extraer núcleos celulares de mamut viables, que resultaran adecuados para llevar a cabo el ambicioso experimento.
Desde 1997, en efecto, un equipo de la Universidad de Kinski había logrado obtener, hasta en tres ocasiones diferentes, tejido de la piel y músculos de mamuts congelados en Siberia. Sin embargo, y a pesar de la buena conservación de los tejidos, la mayor parte de los núcleos celulares resultaron estar dañados por los cristales de hielo del permafrost siberiano. Razón por la que el proyecto de clonación de un mamut fue finalmente abandonado.
Pero en 2008, un biólogo japonés, Teruhiko Wakayama, del centro Riken para la Biología del Desarrollo, en Kobe, dio un enorme paso al conseguir, por primera vez en el mundo, clonar con éxito un ratón a partir de células que habían permanecido congeladas durante dieciséis años.
Ahora, y basándose en las técnicas de Wakayama, el equipo de Iritani ha logrado desarrollar un método eficaz para extraer los núcleos celulares de mamut sin dañarlos. Algo extremadamente difícil, ya que apenas entre el 2 y el 3% de las células obtenidas reunían las condiciones adecuadas para intentarlo.
Otro hito importante se dio durante la primavera pasada, cuando el equipo de Iritani invitó a participar en el proyecto a Minoru Miyashita, profesor de la Universidad der Kinki, que había sido director del zoo Tennoji, en Osaka, y que solicitó a zoológicos de todo Japón que cedieran óvulos de elefantas cuando éstas fallecieran.
Por último, el equipo invitó también al director del laboratorio ruso de investigación sobre mamuts y a dos expertos norteamericanos en biología de elefantes y fertilización in vitro de animales.
Así, si Iritani consigue crear por clonación un embrión de mamut, Miyashita y los dos norteamericanos se encargarán de trasplantarlo al útero de una elefanta africana viva. Si todo marcha según lo previsto, dentro de cinco o seis años nacerá un mamut, el primero qque se verá en la Tierra desde la última Edad de Hielo.
“Si logramos crear el embrión -afirma Iritani- tendremos que discutir, antes de trasplantarlo al útero de una elefanta, cómo deberemos alimentarlo y cómo lo presentaremos al público. Tras el nacimiento del mamut, estudiaremos su fisiología y sus genes para averiguar los motivos que llevaron a la extinción de su especie”.
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