La península Ibérica, que entonces ocupaba el centro de Pangea -el único continente terrestre de la época- recibió un traje nuevo geológico hace entre 310 y 290 millones de años, debido al movimiento de placas tectónicas. Se modificaron la geología exterior e interior de la península, cuando los movimientos dieron lugar a la destrucción del manto litosférico existente hasta ese momento, situado entre 30 kilómetros y 150 kilómetros de profundidad, y la formación de uno nuevo, el actual. Esta reconstrucción, la resolución de un complicado rompecabezas, de la historia geológica de la península Ibérica la han hecho científicos de la Universidad de Salamanca , la Universidad Complutense de Madrid, la STFX de Canadá y la Bryn Mawr de Filadelfia y se publica en la revista Geology.
Durante dos años y medio los científicos muestrearon rocas volcánicas, representativas de haber sido originadas en el manto, antes y después de los 310 y 290 millones de años, que afloran en algunos puntos peninsulares. Partiendo de esas rocas, y haciendo análisis geoquímicos específicos, han conseguido probar que el manto que tenía la península Ibérica antes de hace 300 millones de años se formó hace 1.000 millones de años. Por el contrario, el manto que existe actualmente tiene una edad de 290 millones de años. Prueba así este grupo de investigadores que hace 290 millones de años "hubo un reemplazamiento total o casi total del manto", en palabras de Gabriel Gutiérrez Alonso, de la Universidad de Salamanca. Así se ""acaba con algunas discusiones, como cuándo y cómo se formó la cadena montañosa conocida como Arco ibero-armoricano, o el origen de la gran cantidad de rocas volcánicas, de granitos y de mineralizaciones asociadas que son la base de la minería metálica del noroeste de la península Ibérica".
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