La justicia italiana sentencia que el móvil puede causar cáncer.
Los científicos están divididos, pero la justicia italiana lo tiene claro: el cáncer y el teléfono móvil tienen una relación y es maligna. Así lo ha establecido el Tribunal Supremo de Italia, el cual, tras analizar los peritajes que le fueron entregados, entre ellos el del técnico sueco Lennard Hardell, dictaminó que el uso continuo del aparato telefónico móvil puede ser causa de tumores cerebrales y que, por ello, quien sea víctima de esta situación ha de recibir una pensión.
La sentencia, que es la primera de este tipo, remite al caso de Innocente Marcolini, un exejecutivo sexagenario que durante 12 años se pasó hasta seis horas al día con el móvil y el teléfono inalámbrico al lado de la oreja, hasta que una mañana del 2002 sintió un hormigueo que le recorría el rostro.
Resultó ser una semiparálisis facial y ahí empezó el drama de Marcolini.
Los médicos del hospital de Brescia, de donde es originario, le diagnosticaron un tumor en el nervio trigémino (ubicado en la base del cráneo), únicamente curable mediante cirugía. Fue a Suiza, donde fue operado con éxito, pero los dolores continuaron y así Marcolini tuvo que dejar su empleo en una multinacional. Fue en ese momento que el hombre decidió pedir una pensión al Instituto Nacional de Accidentes Laborales (INAIL), que entonces le fue denegada.
Titular
Los científicos están divididos, pero la justicia italiana lo tiene claro: el cáncer y el teléfono móvil tienen una relación y es maligna. Así lo ha establecido el Tribunal Supremo de Italia, el cual, tras analizar los peritajes que le fueron entregados, entre ellos el del técnico sueco Lennard Hardell, dictaminó que el uso continuo del aparato telefónico móvil puede ser causa de tumores cerebrales y que, por ello, quien sea víctima de esta situación ha de recibir una pensión.
La sentencia, que es la primera de este tipo, remite al caso de Innocente Marcolini, un exejecutivo sexagenario que durante 12 años se pasó hasta seis horas al día con el móvil y el teléfono inalámbrico al lado de la oreja, hasta que una mañana del 2002 sintió un hormigueo que le recorría el rostro.
Resultó ser una semiparálisis facial y ahí empezó el drama de Marcolini.
Los médicos del hospital de Brescia, de donde es originario, le diagnosticaron un tumor en el nervio trigémino (ubicado en la base del cráneo), únicamente curable mediante cirugía. Fue a Suiza, donde fue operado con éxito, pero los dolores continuaron y así Marcolini tuvo que dejar su empleo en una multinacional. Fue en ese momento que el hombre decidió pedir una pensión al Instituto Nacional de Accidentes Laborales (INAIL), que entonces le fue denegada.
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