Lo suyo sería que todas las paradas cardiacas se produjeran en un hospital, o al menos en un lugar en el que existiesen desfibriladores automáticos y, a ser posible, en presencia de algún profesional sanitario. Pero, puesto que nada de esto suele suceder y es frecuente que el corazón deje de latir justo en el momento más inoportuno, conviene ser precavido. Es lo que han hecho las autoridades de Arizona (Estados Unidos): concienciar a la población sobre la utilidad de la reanimación cardiopulmonar.
Mientras se espera la llegada de la ambulancia, es preferible lanzarse a hacer compresiones torácicas que no hacer nada. La supervivencia de los afectados aumenta si quienes no posean una titulación sanitaria se olvidan para siempre del boca a boca y se centran exclusivamente en el masaje cardiaco, según un estudio que acaba de publicar la revista 'The Journal of the American Medical Association' (JAMA).
Los autores de esta investigación analizaron los datos de casi 4.500 personas que sufrieron una parada cardiaca fuera de un hospital entre 2005 y 2009. La mayoría de ellos no recibió ningún tipo de auxilio antes de ser trasladado a un centro sanitario, pero más de 650 tuvieron la suerte de contar con un transeúnte dispuesto a hacerles una reanimación convencional (realizar masaje cardiaco e insuflar aire) y 850 fueron todavía más afortunados, ya que los ciudadanos que les atendieron les realizaron únicamente compresiones torácicas. Entre estos últimos se observaron mejores resultados: el 13,3% se mantuvo con vida, al menos hasta el momento del alta hospitalaria. Este porcentaje descendió al 7,8% entre quienes recibieron reanimación tradicional y al 5,2% de los que no fueron auxiliados antes de la llegada del personal de emergencias.
Avance
Los autores de un comentario editorial sobre este trabajo resaltan que la disminución de la mortalidad fue modesta en términos absolutos. No obstante, puntualizan que las cifras logradas cobran mayor valor si se comparan con lo que se había conseguido hasta ahora: "La tasa de supervivencia tras una parada cardiaca extrahospitalaria se ha mantenido en niveles muy bajos en las últimas décadas".
Según los responsables de la investigación, otra cuestión destacable es que se ha constatado que una estrategia basada exclusivamente en el masaje cardiaco contribuye a aumentar el porcentaje de paradas cardiacas atendidas por viandantes. De hecho, el porcentaje de reanimaciones efectuadas por personal no sanitario pasó del 28,2% al 39,9% entre 2005 y 2009.
A ello contribuyen dos factores. En primer término, realizar compresiones en el pecho del afectado de forma continua es un procedimiento mucho más sencillo de aprender y aplicar que la combinación de masaje y boca a boca. Además, se ha comprobado que hay muchas personas que, o bien no se sienten capaces, o bien no quieren insuflar aire a un desconocido.
En segundo lugar, los ciudadanos del estado de Arizona han sido sometidos en los últimos años a un bombardeo mediático sobre las bondades de este método para salvar vidas y se les ha facilitado la realización de cursos de reanimación cardiopulmonar (con las nuevas instrucciones que excluyen insuflar aire) impartidos por profesionales de urgencias y por bomberos, a los que hay que añadir las múltiples actividades de concienciación realizadas en diferentes entornos, como los colegios.
El estudio publicado en JAMA es, según María José Sancho-Tello, presidenta de la Sección de Estimulación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología, "el primero que demuestra una mejoría en la supervivencia realizando sólo compresiones". Anteriormente, sólo se había constatado que el nuevo paradigma resultaba equiparable al antiguo (con boca a boca). Este modelo aún no está recogido en las principales guías oficiales de reanimación, pero la experta cree que "acabará incluyéndose". La solidez de la evidencia científica que lo avala es cada vez mayor.
Titular elmundo.es
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