21.11.11

La piedra del sol que supuestamente usaban los vikingos para navegar incluso cuando estaba nublado.

Hace mil años los vikingos cruzaban los mares e incluso llegaban a Groenlandia en donde se asentaron durante un tiempo. También conseguía saquear gran parte del mundo conocido y hacían incursiones por toda Europa. Sus barcos no eran muy grandes ni tenían una tecnología especialmente avanzada, pero sabían navegar muy bien.

Sin embargo, en esa parte del mundo todavía no se conocía la brújula. ¿Cómo conseguían guiarse tan bien por unos mares en lo que la mayoría de los días estaba nublado? Cuentan las sagas nórdicas que contaban con la “piedra del sol”, que les permitía saber dónde estaba el sol incluso a través de las nubes.

"El cielo estaba completamente cubierto. Nevaba. El rey Olaf pidió a Sigurd que le dijera dónde estaba el sol y éste accedió. Entonces Sigurd sacó una piedra del sol, miró al cielo y vio de dónde venía la luz, con lo que predijo la posición del astro invisible. Y acertó". Este párrafo pertenece a una de las muchas leyendas de la saga vikinga y es uno de los indicios sobre estas extrañas piedras y la forma en que los vikingos las utilizaron para navegar.

Esto podría ser especialmente útil durante los veranos boreales, durante los cuales el número de horas de luz es muy alto. Pero una mitología no parece ser una buena fuente de información. ¿Existía realmente?

Ahora unos científicos proponen que la “piedra del sol” estaba basada en cristales de calcita y que con ellos podían saber la posición del Sol gracias a la polarización de la luz.

Como ya sabemos, en general, los campos electromagnéticos de la luz oscilan en todas direcciones perpendicularmente a la trayectoria que sigue la luz. Pero si la luz está polarizada las oscilaciones se dan preferentemente en una dirección determinada. El ojo humano no puede distinguir la luz polarizada de la que no los es. Podemos usar, eso sí, algún tipo de analizador, como un polarizador para saberlo, sea artificial o natural si proviene de algún mineral.

La luz puede polarizarse de manera natural al reflejarse sobre determinadas superficies (generalmente aislantes) como pueda ser la superficie asfaltada de una carretera, la superficie del mar o un vidrio de una ventana (como bien saben los fotógrafos). También la luz del Sol se dispersa por la atmósfera terrestre de tal modo que está parcialmente polarizada. Es la razón por la que para determinadas orientaciones unas gafas de sol polarizadas permiten ver el cielo azul más oscuro. Digamos que hay patrón de anillos concéntricos de luz polarizada con el Sol en el centro y esto pasa incluso cuando está nublado. Si de alguna manera podemos saber esa polarización podemos deducir la posición del Sol.

Los vikingos no tenían gafas polarizadas, (ni cine en 3D) pero disponían de cristales naturales de calcita. La calcita tiene la propiedad de la birrefringencia, según la cual la luz que los atraviese un cristal de este mineral se divido en dos haces. Este efecto forma una doble imagen de los objetos situados al otro lado si miramos a su través. El brillo relativo de una imagen respecto a la otra depende del estado de polarización de la luz incidente. Si se hace pasar luz del cielo por uno de estros cristales y se cambia su orientación hasta que la proyección de los dos haces tenga el mismo brillo es posible detectar los anillos de polarización del Sol y, por tanto, la posición del mismo.

Un grupo de investigadores liderados por Guy Ropars, de la Universidad de Rennes, quiso averiguar si este método tendría la suficiente precisión. Para ello usaron un trozo de calcita de Islandia, que era una roca familiar para los vikingos, y la situaron dentro de un dispositivo de madera pensado para proyectar la luz del cielo sobre una superficie para así comparar la diferencia de brillo entre los haces proyectados. A lo largo de todo un día fueron usando este sistema para medir la posición del Sol desde una localización en tierra en donde sabían la trayectoria exacta del Sol. El error cometido sólo fue del 1%. El sistema funcionaba así de bien incluso cuando el Sol se ponía tras el horizonte.

Si los vikingos hubieran usado este sistema podrían haber navegado sin problemas por los mares de la época incluso en días nubosos. Sin embargo, no hay pruebas arqueológicas de que efectivamente lo usaran. Una cosa es demostrar que según la tecnología de la época algo así era posible y otra que realmente lo hicieran. Harían falta encontrar alguna de estas “piedras del sol” en barcos vikingos hundidos o en alguno de sus asentamientos.

Recientemente se descubrió un cristal de este tipo en un pecio de 1592, lo que sugiere que quizás algo así fue usado en algún momento. Se especula que, incluso teniendo ya la brújula, estos cristales podrían haber servido de sistema de respaldo a la navegación.

John Phillips, de Virginia Polytechnic Institute, dice que la propuesta es una ingeniosa solución al problema de la navegación en mar abierto. Además, dice que las aves quizás usen la luz polarizada para navegar por el cielo en sus emigraciones.


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