26.2.13

Una hidratación adecuada es importante para cuidar el cerebro.

Comer, beber y dormir son fundamentos de la biología del organismo. No debemos descuidar ninguna de ellas. Tampoco cuánto bebemos, porque la deshidratación perjudica el rendimiento intelectual. La falta de líquido afecta a diversas actividades intelectuales, especialmente a la atención, la psicomotricidad y la memoria inmediata. Así lo muestra un estudio español publicado en Journal of the American College of Nutrition.

Se trata de Rendimiento cognitivo y deshidratación, de la doctora Ana Adan, de la Universidad de Barcelona, donde describe los efectos de la deshidratación. Ésta se produce cuando la excreción de líquidos excede al consumo de éstos, y da como resultado un balance negativo del agua corporal. La deshidratación de carácter leve o moderado es un estado que "se puede producir con mucha facilidad y en la actualidad existen numerosos estudios científicos que han evidenciado la repercusión negativa que estas situaciones tienen en la capacidad de ejecución cognitiva", explica Adan.

Cuando el nivel de deshidratación es superior al 2% disminuye la capacidad de memoria a corto plazo y puede afectar por igual a adultos jóvenes y a personas mayores. Por último, se considera severa cuando la deshidratación es superior al 5%, aunque esta situación no es habitual entre la población general.


En palabras de la profesora, "una hidratación adecuada es un factor decisivo en la prevención de accidentes laborales y el desarrollo de enfermedades", y según esta experta, "por muy leve que sea la deshidratación, no es un estado deseable porque implica un desequilibrio que puede repercutir negativamente en la capacidad cognitiva, e interferir en la correcta realización de actividades laborales o académicas que requieran la utilización de habilidades mentales concretas".

Los cambios en la cantidad de sales y electrolitos corporales producidos por la deshidratación, pueden alterar la actividad cerebral y el correcto funcionamiento de diversos sistemas de neurotransmisión que intervienen en el procesamiento cognitivo favoreciendo la pérdida de concentración y menor rendimiento, y aumentando las posibilidades de sufrir algún tipo de accidente laboral.

Los expertos recomiendan consumir aproximadamente 2-2,5 litros de líquido al día, proviniendo un 20-25% de los alimentos y un 75-80% de las bebidas, es decir, esta cantidad debe ser aportada a través de la dieta diaria.

En la actualidad, la población se halla mucho más sensibilizada para cuidar su hidratación si realiza deporte, ejercicio físico o actividades laborales que requieren un importante gasto físico, ya que, además, el organismo nos avisa sobre la necesidad de hidratarnos. Conviene saber que una pérdida del 2% de fluidos corporales provoca un descenso del 20% en el rendimiento físico.

De todos modos, un adulto puede estar deshidratado incluso cuando cree estar ingiriendo suficiente líquido. Según Adan, "se calcula que el patrón de ingestión espontánea de líquidos en adultos jóvenes que trabajan en altas temperaturas o realizan ejercicio intenso sólo supone la reposición de dos tercios del total de agua perdida". Así, muchos trabajadores no beben suficientes líquidos durante la jornada laboral "e incluso llegan al trabajo deshidratados", asegura la experta.

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