Científicos de la UPV/EHU han publicado los primeros resultados sobre el reciente impacto de un superbólido con el planeta Júpiter en la prestigiosa revista Astrophysical Journal Letters. Del estudio se concluye que los impactos son mucho más frecuentes que en la Tierra, pues Júpiter, con su enorme gravedad, atrae hacia sí a los objetos errantes del Sistema Solar, actuando en cierto sentido como un “paraguas protector” para nuestro planeta.
El pasado 3 de junio, Anthony Wesley, el astrónomo aficionado australiano que ya había detectado un impacto mucho mayor el verano del año pasado, descubrió un breve flash de luz en la atmósfera del planeta Júpiter. El fenómeno fue registrado también por otro aficionado, Christopher Go, de Filipinas. Ambos obtuvieron observaciones en vídeo del flash que se correspondía con la entrada en la atmósfera de un objeto cometario de pequeñas dimensiones. Esta era la primera vez que se detectaba desde la Tierra el destello producido por una colisión en otro planeta del Sistema Solar. Alertados los grandes observatorios del mundo, incluyendo al telescopio espacial Hubble, observaron el lugar del impacto sin descubrir ninguna variación en la atmósfera del planeta. Tras un intenso trabajo, un equipo internacional de astrónomos liderado el profesor Ricardo Hueso publica ahora este artículo acerca de la naturaleza del impacto.
Según los análisis realizados, el flash de luz en la atmósfera de Júpiter lo originó el impacto de un objeto de unos 10 metros de diámetro a una velocidad de unos 70 km/s (250.000 km/hr). En la Tierra, objetos de dimensiones algo menores chocan cada pocas décadas con nuestro planeta. Dichos objetos se desintegran en las capas altas de la atmósfera generando grandes bolas de fuego conocidas como bólidos o, cuando el objeto es de varios metros de diámetro, superbólidos. Uno de estos superbólidos, producido por un objeto de dimensiones muy superiores (30-50 m de diámetro) asoló en 1908 la región siberiana de Tunguska.
El nuevo impacto detectado con claridad en Júpiter indica que, probablemente, la caída de objetos de unos pocos metros sobre ese planeta es más frecuente de lo que se pensaba y muy superior a la registrada en la Tierra. Para objetos del mismo tamaño, estos impactos son mucho más energéticos en Júpiter debido a su mayor gravedad y producen flashes de luz intensos pero de unos pocos segundos de duración. Como se pudo comprobar en junio, estos flashes pueden ser detectados desde la Tierra con telescopios de pequeño tamaño, con lo que se abre la posibilidad de conocer cuántos de estos objetos, remanentes de la formación del Sistema Solar, permanecen orbitando las regiones exteriores de nuestro sistema planetario.
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