Y quizá sea este brillo un tanto irreal el que oculta a dichas personas las condiciones atroces en que se fabrican sus queridos aparatos, las brutales condiciones laborales que hacen posible el sueño del gadget y la distinción.
Shenzhen, la ciudad en China donde se produce la mayor parte de estos dispositivos, es, dentro de la podredumbre que rodea este sistema, el mejor ejemplo de dicha realidad. Ahí es donde se asienta Foxconn, la compañía que fabrica los iPhone y el iPad para Apple, así como otros dispositivos para otras empresas. Su planta laboral es de casi 430,000 personas, de las cuales al menos un 5% no alcanza el límite de edad legalmente aceptado para trabajar, obreros de 14, 13 e incluso 12 años laboran a la par de otros mucho más viejos, digamos, puliendo el cristal de los iPhone.
De acuerdo con una de estas obreras, a Foxconn no le importa la edad de quienes están a su servicio, pero cuando una inspección oficial se avecina, la empresa esconde por un tiempo a aquellos obreros que se vean demasiado jóvenes y los sustituye por otros con apariencia de adultos. La empresa sabe, por supuesto, la fecha en que estas revisiones se efectúan.
Sobrios y vastos salones colmados de decenas de miles de obreros, trabajando al unísono, monótona, mecánicamente, sin pausas ni distracciones, puestos los ojos, las manos, la atención en la repetición infinita de la tarea asignada. 8 horas al día que se extienden a 12 que se extienden a 16 cuando hay que fabricar un nuevo gadget que las multitudes impacientes están ansiosas de poseer —productos que difícilmente conocen en su forma última y cuyo funcionamiento, si tienen uno a la vista, consideran mágico.
En China los sindicatos están prohibidos. Quienquiera que sea sorprendido organizando uno, es aprehendido inmediatamente y enviado a prisión. Asimismo, circula entre las compañías una “lista negra” con los nombres de aquellos trabajadores tildados de “problemáticos”, aquellos que, por decir algo, se atreven a pedir pago del tiempo extra.
Ni qué decir de compensaciones por accidentes de trabajo: una prensa aplastó la mano de un obrero de Foxconn, empresa que no le dio ningún tipo de subvención médica y que cuando descubrió que su extremidad ya jamás funcionaría, simplemente lo despidió. El hombre formaba parte de la producción de carcasas metálicas para iPad, pero lo mismo pasa con aquellos obreros a quienes se les atrofian los miembros por realizar la misma tarea una y otra vez, 12 horas al día, durante años y años, o, por poner un ejemplo concreto, el de quienes utilizan hexano para limpiar la pantalla del iPhone porque esta sustancia se evapora mucho más rápido que otras, con lo cual la producción es más rápida, sin considerar que el hexano es una neurotoxina probada que afecta las manos hasta provocar un temblor incontrolable.
Y, desgraciadamente, la lista de infortunios podría continuar. O no. Porque no se trata de un problema de fortuna. Es uno total, despiadadamente racional, de causas y consecuencias premeditadas y cognoscibles. Es sumamente ingenuo pensar que los directivos de Apple, Steve Jobs incluido, no están o estuvieron enterados de estas condiciones en que se fabrican sus productos. Tan lo están que dicho entorno forma parte importante de sus ganancias.
Sin embargo, como bien apunta Henry Blodget en Business Insider, los dividendos de Apple son tantos y tan cuantiosos que bien podría permitirse mejorar las condiciones laborales de los obreros que están en la base de su riqueza, sin por ello comprometer su competitividad ni su provecho económico. Blodget habla incluso de fabricar iPhones y iPads bajo en un marco estadounidenses de leyes laborales.
Apple, sin embargo, podría argumentar que este no es problema suyo sino de empresas como Foxconn que tienen a sus obreros en semejante esclavitud. Y es que justamente ese es uno de los núcleos del problema: que la riqueza de Apple no es suya solamente, que aledañas se encuentran otras corporaciones que se pelean encarnizadamente las migas que caen de ese banquete, que como Foxconn hay cientos o miles de empresas dispuestas a realizar las mismas labores en condiciones incluso, si esto es posible, más ínfimas que las relatadas ahora.
Entretanto, ahí están miles de compatriotas de estos obreros, hacinados en tropel frente a las vitrinas de los establecimientos que ofrecen el nuevo iPhone, embriagados por ese extraño, incomprensible encantamiento que vuelve a los productos de Apple aparentemente irresistibles y a sus consumidores autómatas que no descansan hasta tener en sus manos el último de sus gadgets —que nunca es realmente el último.
Apple publica por primera vez la lista de sus proveedores para frenar las críticas.
Apple ha publicado por primera vez en su historia la lista completa de sus proveedores para salir al paso de las informaciones que aseguran que sus productos estrella, iPhone o iPads, son fabricados por niños de 13 años que trabajan 16 horas diarias por 70 centavos la hora.
Así lo reflejaba la semana pasada el programa radiofónico This American Life, unas declaraciones que desataron las críticas sobre la política empresarial de la firma de la manzana, como las recogidas por el diaro Bussines Insider.
Tras estas informaciones, Apple pretende mejorar su responsabilidad social corporativa y hacer frente a las críticas sobre las condiciones de trabajo de los empleados de sus grandes proveedores, la mayoría asentados en China, que habitualmente incumplen la normativa que fija un máximo de 60 horas de trabajo semanales por empleado.
El informe permitirá el acceso a las fábricas de los proveedores de la compañía repartidos por todo el mundo a observadores independientes para que puedan certificar sus condiciones de trabajo.
El documento Supplier Responsability, que la empresa publica anualmente, consta este año de 27 páginas y está acompañado por primera vez del listado de empresas proveedoras de Apple, 156 compañías, casi todas en Asia, que reciben el 97% de la inversión en fabricación de la compañía.
Según los datos internos de Apple, solo el 38% de sus socios auditados cumplieron con la normativa que fija un máximo de 60 horas de trabajo semanales para cada empleado y en 108 fábricas no se pagaba debidamente las horas extra de acuerdo con la ley.
Por este motivo, Apple señala que han solicitado a sus proveedores que abonaran los salarios pendientes y un cambio en el actual sistema de pagos para prevenir que se repitan esas irregularidades.
"Exigimos a nuestros proveedores que ofrezcan condiciones de trabajo seguras, que traten a los empleados con dignidad y respecto, y que lleven a cabo un producción concienciada con el medio ambiente en cualquier lugar donde se fabriquen productos de Apple", exhorta el comunicado.
La compañía reconoce que han incrementado las auditorias a sus proveedores un 80% respecto a las realizadas en 2010 (un total de 229, según la BBC) y que gracias a estas investigaciones descubrieron seis casos de empleados menores de edad en su cadena de producción, aunque constataron que sus contratos respondían a controles insuficientes y falta de medios para detectar documentos falsos.
Tras estas averiguaciones, el gigante tecnológico decidió poner fin a su relación con uno de sus socios por continuas violaciones graves de sus regulaciones, aunque no dieron detalles sobre el nombre de la fábrica ni el tipo de infracción cometida.
Otro de los casos más conocidos es el de la compañía taiwanesa Foxconn, uno de los mayores proveedores de Apple, por el suicidio de varios de sus empleados, al menos 12 según The Telegraph, y por una explosión -en 2011- que mató a 4 trabajadores e hirió a otros 18 en una de sus plantas.
Asímismo, Apple ha anunciado que pasa a formar parte de las compañías que integran la Asociación de Trabajo Justo (Fair Labour Association) y que se compromenten a supervisar las condiciones del personal contratado por sus proveedores para la producción de dispositivos.
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