Los rayos X que emiten los agujeros negros supermasivos y los chorros de materia y fuertes vientos galácticos que se producen a su alrededor frenan la formación de estrellas, según las observaciones realizadas por la cámara SPIRE del Observatorio Espacial Herschel de la ESA, dentro del proyecto HerMES.
El estudio se ha publicado esta semana en la revista Nature y ayuda a resolver el enigma de por qué las masas de los agujeros negros supermasivos están relacionadas con las masas de "bulbos galácticos", se indica en un comunicado del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). El IAC explica que uno de los hallazgos de los últimos años ha sido que las galaxias con agujeros negros masivos presentan ritmos altos de formación estelar, con casos en los que se forman estrellas a un ritmo incluso mil veces mayor al de la Vía Láctea en la actualidad.
Sin embargo, los resultados obtenidos en este estudio liderado por el investigador Mat Page, del Mullard Space Science Laboratory del University College London, muestran que los agujeros negros que crecen con mayor rapidez están en galaxias con muy poca formación estelar.
Esto es, una vez que la radiación procedente de las cercanías del agujero negro excede cierta potencia, se "apaga" la formación estelar en esa galaxia, añade el IAC.
Las galaxias que emiten intensamente en rayos X son activas por la presencia de un agujero negro supermasivo en su núcleo, y las que emiten en el infrarrojo lejano son aquellas en las que se están formando estrellas a un ritmo muy alto. En este trabajo se ha concluido que las galaxias activas de mayor luminosidad en rayos X no se detectan en el infrarrojo lejano en las observaciones realizadas por Herschel-SPIRE.
Según el astrofísico del IAC, profesor de la Universidad de La Laguna y coautor del estudio Ismael Pérez Fournon, la presencia de un núcleo activo de luminosidad muy alta en rayos X, asociado a un agujero negro supermasivo, produce chorros de materia y fuertes vientos galácticos que impiden la formación de estrellas en la galaxia que lo alberga.
Esto da lugar a una transformación muy rápida de la galaxia; se para de repente su crecimiento, se apaga la formación de nuevas estrellas.
Ismael Pérez explicó a Efe que este tipo de procesos se habían predicho por medio de modelos teóricos de evolución de galaxias pero hasta estos resultados no había una evidencia observacional tan clara.
Añadió Ismael Pérez que la luz que rodea al agujero negro eclipsa las estrellas y, aunque los agujeros negros no se pueden ver, el material que está más cercano a ellos puede llegar a estar a altísimas temperaturas, por lo que emite grandes cantidades de luz en un rango muy amplio de longitudes de onda, desde ondas de radio a rayos X.
La luminosidad de este material central caliente puede ser billones de veces más brillante que el Sol. Las emisiones más brillantes indicarán la existencia de un agujero negro más masivo.
Mat Page indica en el comunicado que las galaxias estuvieron formando estrellas como "locas" cuando el Universo era joven, pero intentar ver la luz de la formación de estrellas contra el resplandor del material caliente entorno al agujero negro ha sido casi imposible hasta ahora. Algo que ha cambiado con la cámara SPIRE del observatorio Herschel, que permite observar en unas longitudes de onda poco estudiadas antes y que tiene una sensibilidad excepcional, agrega.
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