28.2.13

La polémica subasta de un ‘Banksy’ “robado”.

¿Quién es el verdadero propietario de una obra de arte? La pregunta parece tener una respuesta clara cuando el autor de la obra sigue vivo y en ningún momento ha vendido su creación. Sin embargo, la cosa se complica cuando el artista en cuestión es un ‘grafitero’ que realiza sus obras de forma ilegal sobre el mobiliario urbano o en propiedades privadas.

¿Quién debería poseer entonces los derechos sobre ese tipo de obras? ¿El artista urbano que las ha creado, o el propietario del inmueble sobre el que han sido plasmadas, casi siempre de forma ilegal? El dilema anterior es, precisamente, el que ha surgido a raíz de una polémica venta que iba a tener lugar el pasado 23 de febrero en Fine Art Auctions, una casa de subastas de Miami, y que fue cancelada en el último momento.

Con seguridad el caso no habría acaparado la atención de los medios de comunicación de todo el mundo de no ser porque el pequeño grafiti –un trozo de muro de poco más de un metro de lado– resultó ser una obra del polémico y misterioso artista británico Banksy. La obra –uno de sus típicos y llamativos ‘stencils’ o estarcidos– se titula “Slave labour” (Trabajo esclavo), y representa a un niño asiático cosiendo banderines británicos en una máquina de coser. Como suele ser habitual en sus creaciones, el grafiti tiene una fuerte carga crítica, pues además del claro mensaje contra la explotación infantil en el tercer mundo, la obra apareció en mayo del año pasado, coincidiendo con las celebraciones por el 50 aniversario del ascenso al trono de Isabel II.

Para más inri, Banksy la pintó en uno de los muros de una tienda de Poundland (una cadena de establecimientos de “todo a una libra”), que hace algunos años fue duramente criticada por importar sus productos a subcontratas indias que mantenían a sus empleados bajo condiciones de explotación laboral.

Aunque los responsables del establecimiento aseguraron no sentirse molestos con la pintada (cosa lógica, pues las obras de Banksy siempre atraen a multitud de curiosos y turistas) e incluso advirtieron a las autoridades para que protegieran la obra con un cristal, cuando el grafiti desapareció hace unas semanas –alguien había arrancado esa parte de muro–, muchos vecinos del barrio londinense de Haringey, donde se encontraba el grafiti, no han dudado en manifestar sus recelos al respecto, mientras que otros apuntan al propietario del edificio.

Para complicar aún más el asunto, el dueño de la casa de subastas estadounidense donde se iba a celebrar la venta, Frederic Thut, aseguró que la transacción era totalmente legal, pero que finalmente había decidido suspender la subasta debido a la gran polémica que se había generado. Pese a la insistencia de los medios, Thut se negó a revelar la identidad del “propietario” del mural. Junto a “Slave labour”, también iba subastarse otro grafiti de Banksy, una obra titulada “Wet dog” (Perro mojado), realizada hace unos años en Palestina, y que actualmente pertenece a Stephan Keszler, propietario de una galería neoyorquina del mismo nombre, especializada en otras del artista británico.  


A raíz de la polémica, esta obra –sobre cuya propiedad no parece haber dudas– también fue eliminada, al menos de momento, de la subasta. En este caso, la obra se había valorado inicialmente entre 600 y 800 mil dólares.

Mientras el asunto sigue causando un gran revuelo y ha acaparado la atención de los medios en todo el mundo, Banksy, el hipotético autor de la obra –nunca firma sus creaciones–, no se ha manifestado al respecto. En todo caso, leyendo algunas de sus declaraciones presentes en la que parece ser su página web, podría deducirse que no está muy contento. Cuando se le pregunta sobre su opinión respecto a que algunas de sus obras hayan alcanzado cifras millonarias en subastas –en el año 2008 una de ellas se vendió por casi un millón y medio de euros–, Banksy responde citando a Henri Matisse: “Me veo condenado a un futuro de pintar solo obras maestras”.

Por su parte, Scotland Yard ha declarado que no ve indicios de delito alguno en la desaparición del grafiti, de modo que parece difícil que vaya a tener lugar una investigación oficial. Mientras, en el muro que una vez ocupó “Slave labor” ya han aparecido otros grafitis: uno de ellos alude a la desaparición de la obra, con un lema que reza “Peligro, ladrones”.

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