Electric Bike Runs (Almost) on Water
La sociedad tiene claro que el vehículo del futuro tendrá que moverse a base de energía eléctrica. El tiempo del petróleo pasará en unas cuantas décadas y no hay más alternativas que las relacionadas con la generación y almacenamiento de corriente en diversas formas. Algunos apuestan por las baterías como medio de guardar la energía, otros prefieren invertir en la tecnología del hidrógeno para no tener que depender de los elevados tiempos de recarga. La empresa SIGNa Chemistry, anda investigando sobre métodos originales para evitar las desventajas de unas y otras tecnologías y parece que han llegado a una conclusión eficiente.
Han diseñado una bicicleta eléctrica que en sí misma no es más que una excusa para presentar su propuesta de futuro, pero que nos parece fascinante por lo que prometen a medio plazo. La innovación consiste en que han creado unas células de energía que funcionan de un modo realmente curioso y que evita los tiempos de espera que tienen que soportar las baterías tradicionales. El secreto de estas pilas de combustible radica en la fabricación de una arenilla especial, llamada siliciuro de sodio, que en contacto con el agua, reacciona y se obtiene hidrógeno, gas que luego será aprovechado para generar energía eléctrica. Este polvo no contamina, no es peligroso ni tóxico y, además, se trata de un producto bastante barato de producir. El hidrógeno se produce a baja presión y la resultante de las reacciones es simple vapor de agua. Los cartuchos, para colmo de parabienes, también son reciclables.
Cada cartucho de estos pesa unos escasos 680 gramos y, atención, permite una autonomía de ¡casi 100 kilómetros!. Para que nos hagamos una idea, lo habitual en las baterías de ion-litio actuales es llegar a sólo 30 o 40 kilómetros. La densidad de energía de cada cartucho Signa es más de 1.000 Wts-hora/kg en comparación con las baterías avanzadas de iones de litio de aproximadamente 65 Wts-hora/kg. Además, los cartuchos son intercambiables en el acto, es decir, cuando notemos que se agota uno, simplemente nos bajamos de la bici, insertamos el nuevo y le añadimos un poco de agua. Con eso podremos recorrer otros 100 kilómetros. Ya no necesitamos depósitos de hidrógeno a gran presión que nos pueden explotar bajo las nalgas ni tampoco se necesita esperar horas y horas hasta que recargue nuestra batería. En caso de emergencia, en pleno desierto donde no hay agua, podemos orinar en los cartuchos para que la reacción tenga efecto.
La intención de la empresa SIGNa es centrarse en los automóviles pesados. Sus celdas de combustible están siendo diseñadas para un rango de 1 W hasta 1 KW. Pensemos lo sencillo que sería añadir varios cartuchos de máxima capacidad en el maletero de un coche. La bicicleta es sólo el escaparate donde mostrar las bondades de esta nueva tecnología, pero de todos modos piensan sacarla a la venta el verano del año que viene. Suponemos que también venderán los cartuchos para poder utilizar esta bici, claro. Esa es la pequeña pega que tiene esta nueva manera de moverse con energía eléctrica que no produce contaminación ni es agresiva con el medio ambiente.
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