6.11.11

Las empresas británicas ya pagan más a las mujeres jóvenes que a los hombres .

"Si en vez de Lehman Brothers (Hermanos Lehman) se hubiera tratado de Lehman Sisters (Hermanas Lehman), la crisis financiera que vivimos hoy sería una cosa muy distinta", ha dicho Christine Lagarde, la directora del Fondo Monetario Internacional y una de las mujeres que ocupa una posición de mayor poder e influencia en el establishment político-económico de Occidente. Quizás por ello, las empresas británicas contratan cada vez a más chicas de entre 20 y 30 años, y les pagan incluso mejor –un 2.1% más– que a los chicos de la misma edad.

El dato divulgado por la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido es revolucionario, porque se trata de la primera vez, en cualquier lugar del mundo, que las mujeres de un determinado estrato sociológico ganan más que los hombres. E indica un cambio de tendencia, a pesar de que en el conjunto de la fuerza laboral británica el trabajador de sexo femenino percibe emolumentos inferiores en un 10% a los del trabajador de sexo masculino, y un 25% menos en los altos cargos ejecutivos.

¿A qué se debe el fenómeno?. "La explicación más sencilla -opina Olivia Ponting, directora de una agencia de cazatalentos de Berkshire- es que los empresarios se han dado cuenta de que, en esa franja de edad de la veintena, las mujeres están tan preparadas o más que los hombres, tan motivadas o más, tan dedicadas o más a su vida profesional a expensas de la familiar, y que encima son más disciplinadas. En cierto modo es una prolongación del fenómeno de que las chicas son con frecuencia mejores estudiantes que los chicos".

Ello no quiere decir –según insiste la mayoría de los políticos, sociólogos y analistas consultados para este artículo– que la discriminación laboral de las mujeres sea cosa del pasado, y que se vaya a aplicar universalmente a corto plazo el principio aparentemente lógico de que "a igual trabajo, igual sueldo". Tan sólo un 9% de los miembros de los consejos de administración de las empresas del Reino Unido que cotizan en la bolsa de Londres son mujeres, por poner un ejemplo.

"Entre los veinte y los treinta años es una edad dorada para las mujeres que quieren trabajar", señala Doris, una ejecutiva de un importantísimo banco que prefiere no ser citada por su nombre completo para evitar posibles represalias. "Es la época en la que pueden aparcar la cuestión de tener hijos para más adelante, y concentrarse en su carrera. Pero todo cambia en cuanto las perspectivas personales son otras, y en especial con el primer embarazo. Entonces nos convertimos en un problema, aunque esté estadísticamente demostrado que, con hijos o sin ellos, el absentismo laboral de las mujeres es inferior al de los hombres. Tengo colegas de la City a quienes, tras ser madres, se les han ofrecido compensaciones millonarias para que se vayan voluntariamente".

"Finalmente los sueldos de las mujeres recién incorporadas al mercado refleja el mejor nivel de educación adquirido en la escuela secundaria y en la universidad", dice Mary Curnock Cook, directora del departamento encargado de repartir las plazas universitarias en función de las notas. La cuestión es qué va a pasar a partir de la treintena, y si los incentivos económicos van a hacer que un mayor número de mujeres sacrifique la familia por el trabajo, y se convierta en el principal suministrador de fondos del hogar. En el Reino Unido, una de cada cinco mujeres llega a los 45 años sin tener hijos.

"El mayor problema a la hora de la discriminación de las mujeres son los hombres de una cierta edad, que se resisten a aceptar los cambios en la sociedad", dice Sandra, ejecutiva de una multinacional del sector financiero, que se siente artificialmente frenada en su lógica progresión dentro de la compañía. "Para prosperar hay que hacerse compinche y formar parte del equipo, lo cual significa actividades por lo general tan poco femeninas como jugar al golf, ir los fines de semana al fútbol o llevar a los clientes del Golfo y Oriente Medio a clubs de striptease del Soho, lo cual no es mi manera favorita de invertir el tiempo... Los jefes ya maduros viajan juntos, cenan juntos, presumen de sus aventurillas y esa dinámica cambia en cuanto una mujer entra el círculo".

El sueldo medio de los veinteañeros británicos –hombres y mujeres– es de 25.000 euros al año, una cifra muy superior a los emolumentos de los mileuristas españoles. "El mercado laboral del Reino Unido es infinitamente mejor que el español", dice Abel Lusa, un empresario de Logroño propietario de una cadena de restaurantes en Londres. "La flexibilidad no quiere decir despidos para abaratar el coste de la mano de obra o fichar amiguetes, sino poder contratar a los mejores y pagarles bien, porque si no se los llevará la competencia. El esfuerzo tiene un premio, y la falta de compromiso o de ganas de trabajar tiene un castigo. Hay incentivos por esforzarse, lo que redunda en beneficio de todos. Los trabajadores no se adocenan, y los patronos pagan bien pero consiguen una mayor productividad".

Las razones de la diferencia de sueldos entre los hombres y las mujeres se sitúan en dos categorías: las objetivas (número de horas trabajadas, cualificación profesional, tipo de carreras...) y las discriminatorias (estereotipos históricos, castigo a la maternidad y la familia). Los nuevos datos sobre lo que ganan las chicas jóvenes han sido aplaudidos por políticos y sociólogos británicos como un paso en la dirección correcta, pero otros sectores lo han interpretado como "una prueba de que la discriminación no ha existido nunca, y cuando las mujeres rinden, cobran también más".

"Las mujeres que no tienen hijos nunca han sido discriminadas, la mera noción era una pura fantasía, y la diferencia de sueldo entre ambos sexos por debajo de los 40 años es mínima, apenas un 3%", dice la economista Ruth Lea, del grupo bancario Arbunthot. "Muchas de las viejas barreras que impedían a las mujeres acceder al mercado han desaparecido, ahora lo único que importa es la capacidad del individuo para hacer el trabajo, al margen de su sexo", señala Rachel Coleridge-Smith, una veinteañera que gana 50.000 euros al año en una firma de mercadotecnia.

La teoría es que hacen falta más mujeres en las altas finanzas porque son más racionales –y con ellas al mando no estaríamos en la actual crisis financiera–, pero precisamente esa racionalidad y ese sentido común les hace con frecuencia dar prioridad a otras cosas de la vida antes que la carrera. Pero si se quiere prosperar en la empresa –comenta Doris–, "el primer mandamiento es no hacer nunca nada que parezca que los hombres son tontos, aunque lo sean...".

Todas las mujeres consultadas para este artículo se oponen a las cuotas para garantizar la igualdad sexual, y desean prosperar en base a sus propios méritos.

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