14.11.13

El riesgo de perder la visión por el uso de potentes punteros láser.


Los punteros láser ya no sólo se utilizan en las exposiciones de clase, en las conferencias o en las presentaciones empresariales. Su uso se ha popularizado en las calles, sobre todo, en las zonas turísticas donde los visitantes encuentran en estos artilugios una forma de diversión, un cachondeo que puede acarrear problemas serios tanto en la vista como en la seguridad aérea.

Y es que una de las aficiones nocturnas de los turistas es apuntar a los aviones causando un deslumbramiento en la cabina en un momento muy delicado del vuelo, es decir, en el aterrizaje o en el despegue. Pero su mal uso también se encuentra en la calle, por ejemplo, un conductor se puede ver desconcertado por la luz de un láser mientras espera en un semáforo. En los estadios de fútbol también se ha convertido en los últimos años en una práctica habitual de los aficionados apuntar a los futbolistas con dichos utensilios.

Pero la realidad es que lo que para uno puede ser un inofensivo juego, para los expertos es un serio problema ya que un mal uso de estos mecanismos como, por ejemplo, apuntar directamente a los ojos con el láser conlleva consecuencias nefastas en la visión ya que se puede dañar irreversiblemente la retina. La capacidad de un láser para producir un riesgo viene determinada, según el Instituto Nacional de Consumo, por tres factores: la longitud de onda, el tiempo de exposición y la potencia del haz.

El oftalmólogo del Hospital Son Llatzer y de la Unidad Oftalmológica Balear, Jaume Vila, detalla que las consecuencias negativas para la vista se desencadenan cuando te apuntan directamente a los ojos con un láser ya que su luz te puede provocar una quemadura irreversible en la retina. Por ello, advierte de que está contraindicado mirar directamente al puntero láser. Concreta que su luz provoca una cicatriz en la fóvea, que es la zona por donde tenemos una mayor visión debido a su gran concentración de conos y bastones. Si se mira directamente al puntero, continúa el experto, se puede producir una perdida irreversible de la agudeza visual porque los conos y bastones son muy sensibles a la luz.

Por su parte, el doctor Manuel de Timoteo Barranco explica que las quemaduras provocadas por láser pueden acelerar en un futuro el proceso de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Se trata de una enfermedad degenerativa de la zona central de la retina, o mácula, que provoca un deterioro progresivo de las células y del epitelio pigmentario. En consecuencia, se produce una pérdida de la visión central. Juan Sánchez, del Instituto Balear de Oftalmología, resume que la luz del láser es muy pequeña pero tiene mucha potencia, por ello, puede dañar la retina de una manera irreversible. Y es que la retina es un tejido neurológico, que no se puede reemplazar, es decir, no se puede regenerar. Por ello, insiste en que no se deben utilizar para apuntar directamente a los ojos ya que no es el uso por el cual están confeccionados.

Los expertos concretan que cuando el láser incide en el ojo actúa como una lente de aumento. Ya se sabe que una lupa puede ser utilizada para concentrar luz solar y quemar un material. Así, la lente, que es el ojo humano, concentra la luz del haz láser en un punto reducido de manera que puede producir quemaduras irreversibles en zonas de la retina que son fundamentales para la visión.

La luz láser se clasifica en cuatro clases. La de menor potencia es la de tipo 1 mientras que la más peligrosa y que puede conllevar una pérdida de visión es la de clase 4, según detalla el Instituto Nacional de Consumo. Dicho organismo alerta que si un haz intenso se enfoca sobre la retina, la energía absorbida provoca un calentamiento local y esta quemadura o lesión puede tener como consecuencia una pérdida de visión que, dependiendo de la magnitud de la exposición, puede ser o no permanente. Añade que, en términos generales, la piel puede tolerar mucho mejor que el ojo la exposición a la energía de un haz de láser aunque puede producirse eritema, pigmentación, ulceración y carbonización de la piel.

La legislación española apunta que la utilización de los productos láser de las clases 3A, 3B y 4 pueden representar un riesgo tanto para el usuario como para otras personas situadas a una distancia considerable. Por ello, deben ser utilizados por personas que hayan recibido una formación adecuada. En el caso de los de tipo 2, se advierte de que se deben tomar precauciones para evitar la visión continua directa del haz. Según la normativa, los punteros láser de clase 3 o superior no se pueden comercializar ni distribuir de forma gratuita, excepto aquellos concebidos para usos profesionales específicos. Además, todos estos utensilios deben llevar la información necesaria en una lengua oficial y deben ser fácilmente legibles por el consumidor.

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