Pero ninguno de ellos está habitado. Al estar más cerca de su estrella que Venus del Sol, todos quedan fuera de la llamada zona habitable: la región alrededor de una estrella donde el agua puede ser líquida y donde la vida es posible. Cualquiera de los seis planetas puede tener vapor de agua en su atmósfera, pero sus descubridores no esperan que tengan agua líquida en su superficie.
El avance, presentado hoy por la revista Nature y por la NASA, es fruto de las observaciones realizadas por el telescopio espacial Kepler, que se lanzó en marzo del 2009 con el objetivo de buscar pequeños planetas rocosos como la Tierra. “Creemos que esto es lo más grande que ha ocurrido en investigación de exoplanetas desde 1995”, cuando se descubrió el primer planeta extrasolar, declaró en rueda de prensa telefónica Jack Lissauer, científico del Centro Ames de la NASA y primer autor del trabajo.
La estrella Kepler 11, donde se ha descubierto el nuevo sistema planetario, es una de las 156.000 que el telescopio Kepler observa cada media hora. Esta obervación ininterrumpida permite detectar pequeñas oscilaciones en el brillo de las estrellas. Cuando estas oscilaciones se repiten de manera regular, suele significar que hay planetas en órbita alrededor de la estrella y que tapan periódicamente parte de su luz.
Kepler 11 se encuentra a unos 2.000 años luz de la Tierra –lo que significa que la luz que nos llega ahora fue emitida hace unos 2.000 años, en la época en que vivió Jesucristo–. Según los resultados presentados en
Es una estrella, por lo tanto, con condiciones adecuadas para alumbrar formas de vida. Además, frente a los 4.600 millones de años del Sol, Kepler 11 ha cumplido ya los 8.000 millones de años. Tiempo suficiente para que la vida haya evolucionado hasta formar seres multicelulares organizados en ecosistemas complejos.
“Es posible que haya un planeta del tamaño de la Tierra en la zona habitable” de Kepler 11, explica Jack Lissauer. Los investigadores no han mirado todavía si lo hay porque el telescopio espacial Kepler lleva menos de dos años en órbita. Dado que es necesario que un planeta pase por lo menos tres veces por delante de su estrella para confirmar su descubrimiento, harían falta más de dos años para descubrir un planeta como la Tierra con un telescopio como Kepler.
Pero la cosecha de planetas descubiertos hasta ahora colma las expectativas de los responsables de Kepler. “Lo primero que nos asombra es que son seis planetas en un mismo sistema”, destaca Lissauer. A partir de cuánto se oscurece la estrella cuando los distintos planetas pasan por delante, los investigadores han podido calcular el diámetro de cada uno de ellos. A partir del tiempo que tardan en completar cada órbita, han podido calcular la distancia de cada uno a la estrella. Y a partir de las interacciones gravitatorias entre ellos, que alteran levemente la duración de cada órbita, han podido calcular la masa de cada uno.
Con la masa y el tamaño, finalmente, se ha podido calcular la densidad y predecir la composición de los seis planetas. Se ha descubierto así que los dos planetas que están más cerca de la estrella son probablemente planetas rocosos como la Tierra y que podrían tener atmósferas con vapor de agua. Los otros cuatro, en cambio, tienen una gran cantidad de hidrógeno y helio y “son más parecidos a pequeños neptunos que a grandes tierras”, declaró en la rueda de prensa telefónica Jonathan Fortney, coautor de la investigación de la Universidad de California en Santa Cruz.
Un segundo motivo de asombro, para los investigadores, ha sido comprobar que los seis planetas orbitan en un mismo plano, explica Lissauer. Aunque esto también ocurre en nuestro sistema solar, los astrónomos no descartan que las órbitas de los distintos planetas de una estrella puedan formar una estructura en 3D.
Pero lo más asombroso de todo ha sido descubrir que los seis planetas están concentrados en una distancia muy corta alrededor de su estrella. Que formen una familia tan unida “es algo totalmente inesperado”, explica Lissauer. Los investigadores aún no saben por qué en Kepler 11 los planetas están tan juntos y en nuestro sistema solar, más separados. Pero estos datos servirán para poner a prueba las teorías de formación planetaria que se han propuesto hasta ahora. Unas teorías serán rechazadas por las observaciones y otras saldrán reforzadas. Y con más tiempo de observación y más datos, esperan los investigadores, podrán contestar por fin a la gran cuestión por la que se construyó el telescopio Kepler: ¿son nuestro sistema solar y los planetas como la Tierra comunes en el Universo o son una excepción?
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