Lo han descubierto añadiendo pequeñísimos patrones perforados en la superficie del metal, que pueden cambiar la forma en que el elemento absorbe y refleja la luz, ofreciéndonos la garantía de que nuestros ojos lo verán como ‘dorado’.
Igualmente aplicable a otros metales como la plata y el aluminio, este descubrimiento abre la posibilidad de colorear los metales sin necesidad de que entren en la ecuación elementos químicos externos. De hecho, esta es la primera vez que el color visible de un metal se cambia de esta manera.
Los colores de los objetos que vemos a nuestro alrededor están determinados por la forma en que la luz interactúa con ellos. Por ejemplo, un objeto que refleja la luz roja, pero absorbe otras longitudes de onda, se verá rojo para el ojo humano.
Este es el principio fundamental que han explotado en este proyecto, pues añadiendo a estos metales patrones circulares de sólo alrededor de 100 nanómetros de diámetro han descubierto que pueden controlar las longitudes de onda de la luz que el metal absorbe y refleja. La forma precisa y altura o profundidad de los patrones determinan exactamente cómo se comporta la luz cuando choca contra el metal y por lo tanto, de qué color se ve.
La técnica se puede utilizar para producir una amplia gama de colores en un metal dado. Según los investigadores, un anillo de plata, por ejemplo, podría decorarse con una serie de patrones diferentes, haciendo que estas partes parecieran oro. También se podrían utilizar las características de un metal con sofisticadas propiedades ópticas como elementos de seguridad casi imposibles de falsificar, desde joyas a fabricar monedas, billetes y documentos más difíciles de duplicar.
El concepto también puede aplicarse para la producción industrial mediante procesos tales como la nano-impresión, por lo que grandes áreas se estampan a partir de una plantilla maestra, de una manera comparable a la producción de un CD o un DVD.
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