5.11.10

El 'timo de la estampita' sigue funcionando

Las personas mayores son estafadas mediante el procedimiento del 'timo de la estampita' en unos casos los delincuentes se hacían pasar por técnicos de Endesa.

El 'timo de la estampita' consiste en que un delincuente, aparentando tener cierta discapacidad psíquica, aborda a la víctima con el pretexto de que tiene que entregar una cantidad de dinero que lleva encima, generalmente en billetes de 50 euros.En ese momento aparece otro delincuente, cómplice del primero, que incita a la víctima a aprovecharse del supuesto disminuido cambiándole sus billetes o 'estampitas' por otros similares, aunque en menor cantidad, repartiendo el beneficio entre ambos. El resultado es que la víctima pierde su dinero a cambio de simples recortes de papel.

En el otro caso los timadores se han hecho pasar por técnicos de Endesa que iban a instalar un nuevo contador que supondría un ahorro en la factura. Una vez en el interior del domicilio de la víctima, mientras uno de los delincuentes conversa, el otro registra la casa para apropiarse de los objetos de valor o del dinero que encuentra. Los timadores también pueden hacerse pasar por técnicos del gas, de telefonía o de los Servicios Sociales del Ayuntamiento. Así, desde la Jefatura Superior de Policía, recuerdan a los ciudadanos que extremen las precauciones ante cualquier persona que diga ser técnico de cualquier empresa y que las aborde, en la vía pública o en su portal, sin haber solicitado previamente su visita.

Las mismas fuentes recuerdan que en el caso de ser abordado bajo cualquier pretexto sospechoso hay que desconfiar y llamar lo antes posible al 091 ó 092.


Los timadores se reinventan.

El fin no varía. Vaciarle los bolsillos a la víctima de turno. Sólo que el 'modus operandi' se ha actualizado. El estafador disfrazado de discapacitado con un supuesto boleto premiado ya aparece de ciento en viento, lo mismo que los malabaristas de la bolita y los tres vasos -los trileros-, que ya se circunscriben al Levante y Cataluña. Sin embargo, los timadores siguen haciendo de las suyas. ¿Cómo? Los profesionales del engaño han variado el envoltorio. Internet, las llamadas telefónicas o incluso las visitas a los domicilios particulares disfrazados de operarios de compañías eléctricas o de gas han cubierto el hueco dejado por 'clásicos' como el tocomocho o la estampita, ambos de sobra conocidos, pero efectivos de vez en cuando. En especial, entre la población de edad avanzada.
La Policía Local de Vitoria ha tenido constancia durante 2009 de casi una docena de fraudes de diferente índole. Podrían existir varios más, «el problema es que el timado tiende a no denunciar por vergüenza», admite un portavoz de la Guardia Urbana. Amas de casa, jubilados, adictos al ordenador, personas de buen corazón... «Cualquiera puede caer en la trampa. Por eso, ante la menor duda hay que cerrarse en banda y llamar a la Policía». Aquí está el 'top ten' de los engaños en la capital alavesa.

En la puerta de casa

El revisor del gas


Un hombre enfundado en un buzo azul llama al timbre. Se presenta como el revisor del gas, de la electricidad o del teléfono. El supuesto operario hace el paripé de comprobar el estado de la instalación. Revisa cables, mueve tuercas, gira tornillos... Minutos más tarde exige el pago de una pequeña cantidad, generalmente 60 euros, y se marcha sin dejar factura ni nada parecido. «No hay que dejarle entrar en casa bajo ningún concepto y sí llamar de inmediato a la compañía para cerciorarse», advierten desde la comisaría de Aguirrelanda. «Además, aparte del dinero, sólo pueden provocar una avería seria». Existe otra 'modalidad': supuestos vendedores de una asociación de discapacitados apelan a la solidaridad del vecino para sacarle unos euros en favor de su organización, casi siempre inexistente, o que no realiza esa práctica. En ambos casos, las amas de casa son «el grupo de riesgo».

Las nuevas tecnologías

El nigeriano rico


Internet es un vasto universo en el que cabe de todo. Desde las más deliciosas iniciativas hasta el escenario propicio para timos de nuevo cuño. El más famoso, y extendido, es el del 'nigeriano'. El usuario recibe un correo electrónico -habitualmente en la carpeta de 'spam' (correo basura)- de un supuesto magnate natural de un país africano. Éste le habla de su fortuna y de su imposibilidad para trasladarla al 'primer mundo', por lo que necesita la cuenta corriente de un tercero que haga de puente. Al final, el millonario solicita el pago por adelantado de una suma de dinero con la promesa de devolverlo. En cuanto el receptor paga, el rico desaparece... a la caza de otro incauto. «Está muy extendido dentro de la red y, sorprendentemente, todavía existe gente que pica», recuerdan en la Policía Municipal. Los menores de cuarenta años representan el grupo más sensible a esta práctica fraudulenta. También suelen producirse estafas en las compras de productos ofertados «a precio de chollo». Estos lotes increíbles, no obstante, casi nunca llegan a las manos del comprador. Se trata, siempre, de páginas 'no seguras'. Es decir, que carecen del icono del candado en uno de sus márgenes.

El teléfono

Líneas pinchadas

Resuena el teléfono. Al descolgar, una señorita informa de un fallo en la línea. Para corregir la presunta avería, solicita que se marquen varias teclas del aparato y se despide amablemente, como si no pasara nada. En cambio, a partir de ese contacto, el teléfono queda 'pinchado' y recibirá facturas de escándalo. Otra variante incluye la petición de datos personales (DNI, tarjeta de crédito...) que luego los timadores usan a su gusto. «Esa información no debe darse nunca, porque puede traducirse en delitos de suplantación de identidad», alerta el portavoz de la Policía Municipal vitoriana. Hace unas semanas, unos delincuentes trataron de conseguir un microcrédito a nombre de un tercero, un vecino de la capital alavesa del que habían obtenido sus datos por este cauce. Ya sin romper la legalidad vigente, algunas empresas se valen de los concursos telefónicos en televisión, muy extendidos desde la irrupción de la 'tdt', para engordar sus cuentas bancarias a costa de inocentes. «La estrategia de sus teleoperadores es simple; dilatan al máximo cada llamada ya que sus costes son muy elevados al tratarse de números 905».

Los de toda la vida

9.500 euros al tocomocho


Un hombre vaga por la calle. Se acerca a un viandante, preferiblemente de la tercera edad, y entablan conversación. El primero, aparentemente corto de miras, dice ser analfabeto y contar con un billete premiado de lotería aunque desconoce «cómo cobrarlo». Invita a la víctima a cambiárselo por una cantidad de dinero sensiblemente menor que la cuantía del supuesto premio. Cuando el comprador paga y después acude a un banco descubre que todo era un camelo. Pese a que este timo, conocido como el tocomocho, data de 1910, un vitoriano picó el anzuelo en agosto. Perdió 9.500 euros. La otra estafa 'de toda la vida' es la estampita. Es un calco de la anterior, aunque en vez de un boleto, el profesional del engaño se vale de una bolsa llena de billetes que en realidad contiene papel.

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