6.4.11

Lo que come la embarazada, come su futuro hijo.


El feto come la dieta de mamá. Desde el momento de la concepción, ambos se nutren o malnutren con los mismos alimentos.

La alimentación cotidiana de la madre –y también del padre– influye de forma importante desde el momento en que se concibe un hijo. De hecho, determina si el óvulo y el espermatozoide que acaban de chocar en el ovario de una mujer se ensamblarán y formarán un embrión con fuerza para implantarse en la pared del endometrio e iniciar un embarazo. Si la pareja no tiene carencia de hierro (mejillones, berberechos, carnes y legumbres), ácido fólico (almendras, cereales integrales) y zinc (ostras, langostinos, buey) esa conjunción tendrá más probabilidades de ocurrir.

A partir de ese momento inicial, todo lo que coma y tome la embarazada nutrirá o intoxicará al feto. La nutrición de ambos estará unida hasta el momento del parto, y, si la mujer fuma o bebe alcohol, el feto, incapaz de metabolizar esos tóxicos, los sufrirá como elementos contra los que hay de luchar, y se desarrollará menos. Tendrá menos peso del que le correspondería.

Las embarazadas digieren la comida más lentamente de lo normal, porque la naturaleza ha previsto que así el cuerpo absorbe mejor los nutrientes. Este dato resulta molesto a algunas mujeres, que temen haber iniciado una dolencia digestiva. Las mujeres occidentales –que se supone no viven en plena naturaleza sino en casas con calefacción– no necesitan disponer de grasas de reserva para emprender un embarazo.

Una vez iniciado, no conviene que en el primer trimestre de la gestación ganen más de 1,5 kilos de peso, sugiere la enfermera Marta Anguera, autora del manual Dietas para embarazadas . «En el segundo trimestre, lo conveniente es aumentar unos cuatro kilos. Quedará un margen de 5,5 kilos para el último tramo del embarazo», dice Anguera.
Para aumentar de peso de forma conveniente para madre e hijo es conveniente incrementar en unas 100 kilocalorías la dieta diaria en el primer trimestre de la gestación, y un máximo de 400 el resto del embarazo. Esto equivale, por ejemplo, a un yogur enriquecido cada tarde (100 calorías) o un ligero aumento de todas las raciones del día, en el caso de las 400 calorías.

Los alimentos imprescindibles para una embarazada son la fruta, que contiene vitaminas; hidratos de carbono (arroz, pasta, pan integral, patata) que proporcionan la energía imprescindible para aguantar los cambios que le esperan; proteínas de carnes de ave sin piel; huevos bien cocinados para evitar infecciones; pescado y aceite de oliva, que contiene vitamina E que contribuye a la formación del sistema nervioso del feto. También ha de tomar quesos blancos, sardina o almendras que contienen calcio y fortalecen los huesos; mejillones, sardinas y carnes rojas que aportan hierro para formar los glóbulos rojos, y algas, sal y marisco, que contienen el yodo necesario en el desarrollo del cerebro del bebé.

La formación del encéfalo y los ojos del bebé, y el sistema nervioso de la embarazada, se beneficiarán de los alimentos que contienen ácidos omega-3, que abundan en los pescados azules: sardinas, salmón, boquerón o trucha. Este ácido reduce o evita la tristeza depresiva que en ocasiones sucede al parto.

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