9.1.12

Cuenta atrás para la colisión de una sonda rusa contra la Tierra.

La Agencia Espacial Rusa, Roscosmos, ha comenzado la cuenta atrás para la colisión contra la Tierra de la estación interplanetaria Fobos-Grunt, incapaz de alcanzar la órbita con destino a una de las lunas de Marte.

"Según los datos en nuestro poder y las predicciones de los especialistas, el plazo de caída de la nave oscila entre el 10 y el 21 de enero, con el día 15 como fecha más probable", informó Roscosmos en un comunicado.

En cuanto al lugar de la colisión de la sonda, que ha deambulado a la deriva en torno a nuestro planeta desde su lanzamiento el 8 de noviembre, Roscosmos es más conservadora y asegura que esto no se podrá predecir hasta 24 horas antes de que se produzca.

En estos momentos, el radio de caída de la sonda (51,4 grados latitud norte y 51,4 grados latitud sur) abarca desde Londres al extremo sur del continente americano.

Sea como sea, los rusos aseguran que la nave, que debía recoger muestras de suelo marciano y enviarlas a la Tierra en 2014, no representa ninguna amenaza para nuestro planeta. "La fuente de radiactividad (cobalto-57) instalada en uno de los equipos científicos del aparato (espectómetro) tiene una masa inferior a diez kilogramos y no representa peligro alguno de contagio radiactivo", apuntó Roscosmos.

Además, la superficie de la Tierra solo será alcanzada por unos 20-30 fragmentos de la nave con una masa conjunta que no rebasará los 200 kilos.

El resto de la sonda se desintegrará al entrar en contacto con la atmósfera, al igual que el combustible que porta el Fobos-Grunt, que se quemará a unos 100 kilómetros de altura, a lo que contribuirá el que sus depósitos sean de aluminio.

"La estadística espacial demuestra que los aparatos espaciales se desintegran casi en su totalidad en las capas densas de la atmósfera y sus fragmentos, por regla general, no causan daños", señala Roscosmos.

En los últimos meses dos naves también se precipitaron contra la Tierra: el satélite meteorológico estadounidense UARS, que cayó el septiembre pasado en aguas del océano Pacífico y el alemán ROSAT, que lo hizo un mes más tarde en el Índico.

El Centro General de Reconocimiento Espacial del Ministerio de Defensa ruso, que determinó con certeza la fecha y el lugar de caída del UARS y el ROSAT, vigila las 24 horas del día los parámetros de la órbita de la estación.

Imágenes del descenso del Fobos-Grunt fueron captadas esta semana por el astrónomo aficionado francés, Thierry Legault, a la altura de Niza, en la costa mediterránea francesa. En la grabación se vislumbran los depósitos de combustible y los paneles solares desplegados, pero no operativos, lo que explica la ausencia de comunicación con la Tierra desde su lanzamiento.

La Fobos-Grunt estaba llamada a ser la primera nave espacial en posarse en la superficie de Fobos, una de las dos lunas del Planeta Rojo, para estudiar la materia inicial de sistema solar.

En opinión de Ígor Lisov, director de la revista Noticias de Cosmonáutica, "la estación fue diseñada y construida con graves defectos, desde el sistema de mando hasta el programa de abastecimiento".

"Todo esto se veía venir desde un principio. La decisión de lanzar la estación con dichos defectos se tomó ya que las otras dos alternativas (renunciar al lanzamiento y construir una nueva nave, o aplazarlo dos años) fueron consideradas aún menos convenientes", aseguró. Ahora, añadió, "está claro que las nuevas naves interplanetarias rusas tendrán que ser diseñadas de otra forma".

El programa de lanzamientos ruso se encuentra en plena crisis después de varios accidentes, en particular el primero sufrido en agosto del pasado año en más de 30 años de funcionamiento por uno de los cargueros Progress, que abastecen a la plataforma orbital.

Al respecto, Lisov explica que entre la desintegración de la URSS (1991) y 2007 el programa espacial ruso "tuvo una financiación estatal por debajo de lo mínimo de subsistencia" y que el reciente incremento de la inversión no se notará en la calidad del trabajo hasta dentro de cinco años.

A esto se suma "el envejecimiento de los especialistas, la obsolescencia de los equipos, el cese de la producción de algunos componentes y materiales y la interrupción del trabajo en ciertos campos de la cosmonáutica", agregó.

Debido a los bajos salarios, la gran mayoría de los especialistas de la industria espacial rusa tienen más de 60 años o menos de 30, lo que pone en serio peligro el futuro del sector.

"Solo hemos conservado el programa de naves pilotadas, los satélites de comunicaciones y el sistema de navegación GLONASS", apuntó Lisov, quien considera que la preciada herencia de la escuela soviética, "en gran medida, ya se ha perdido".

De cara al futuro, cree que Rusia, la primera potencia en enviar un hombre al espacio (Yuri Gagarin, 1961), será capaz de mantener la paridad con China, pero deberá renunciar a la aspiración de competir de igual a igual con EE UU.

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